Cada diciembre, pocos días antes de
llegar a hoy, 31, me gusta dedicar una noche a recordar los momentos
vividos desde el primer día de enero hasta entonces. Basta la
compañía de una o dos personas (mejor si son personas que han
estado presentes en esos momentos) y una botella de vino -lo odio,
pero un buen vino da más clase a todo, eso es así-. Es curioso a la
par que emotivo detenerse en lo que ocurrió en enero, en febrero, en
marzo, en abril... Te empiezan a venir a la mente momentos, anécdotas
y personas que hacía tiempo o que directamente no recordabas. Este
ejercicio siempre me ha ayudado a reflexionar y detenerme a pensar en
cómo era hace 12 meses y si soy la misma o he cambiado (para mejor o
para peor) 365 días después.
En estos 12 meses, he aprendido a amar
y a dejarme ser amada. He aprendido a apartar mis miedos y a ser más
generosa emocionalmente (aunque aún me queda recorrido); he
aprendido a lidiar con obstáculos y enfrentarme a la frustración.
He aprendido a responder al fracaso con una sonrisa. He aprendido
que, a pesar de qué o quién, no quedan más cojones que tirar
p'alante. He aprendido que, a pesar del dolor que pueda causar,
siempre hay que ir de cara, siempre. He aprendido que el dolor porque
algo que deseas se ha esfumado es menos doloroso que el dolor que
genera la traición y el engaño.
He aprendido que muchas de las
pérdidas son pérdidas positivas.
Pido perdón a todas aquellas personas
a las que he podido fallar; a las que herí en algún momento, con
las que no supe estar cuando me necesitaban. Pido perdón por poner
ese escudo que a veces hace que esconda mis temores, mis problemas,
por preferir escuchar a hablar. No es por desconfianza, es que a
veces ni yo me doy cuenta de lo jodida que puedo llegar a estar.
A
veces las personas necesitamos un toque de atención...
Gracias a las personas que han
aparecido en mi vida en este 2013 y también a las que han
desaparecido (recordad, las pérdidas positivas), así como a las que
permanecen año tras año, mira que tiene mérito... Es curioso:
algunas personas que lo significaban todo para mí y sin las cuales
no concebía mi día a día a principios de año, hoy ya no están en
mi vida... y sin embargo, otras tantas a las que ni siquiera tenía
en mente, hoy para mí forman parte de lo más importante que tengo.
Supongo que esto es la vida, nada es para siempre... o así me gusta
pensar, es una manera de evitar la decepción y la necesidad de tener
a alguien al lado.
Nadie es imprescindible en la vida de uno, salvo
uno mismo.
He aprendido, he pedido perdón y he
dado las gracias. Creo que ahora estoy preparada para recibir con los
brazos abiertos al 2014: va a ser un año cargado de muchas, muchas,
muchas cosas buenas. Nuevos retos en lo personal y en lo profesional;
el más importante: seguir creciendo y haciéndolo al lado de las
personas que saben sacar lo mejor de mí.
Gracias por acompañarme en este camino
que es la vida y, sobre todo, gracias por permitirme acompañaros en
el vuestro. A veces hace falta una mano que te ayude a levantar
cuando tropezamos en algunas piedras que habitan en este camino.
No sabemos si todos nuestros deseos o
retos se harán realidad -los propósitos me hacen mucha gracia-.
Solo espero que luchéis por ellos y no bajéis los brazos y, sobre
todo, que jamás nada ni nadie os quite las ganas de luchar ni la
sonrisa. Lo más importante y más valioso que puede tener el ser
humano es la actitud; sin ella, no vamos a ir a ningún lado. No
permitamos que los de arriba, vacíos de actitud y de ganas de
luchar, nos las arrebate a nosotros. Siempre hacia adelante.
FELIZ 2014, FAMILIA.
Marley.
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